Algunos catalanes reflexionan hoy.
En esta piel de toro que muchos llamamos España, algunos
políticos piensan que se nos cae la baba cuando nos cuentan historietas y se
inventan mil batallas.
Las mentiras, unas tras otras, las empalman, las enlazan, las
adornan, las perfuman, se las creen y creen que nos engañan. Y en ese delirio
patriótico se ponen a soltar unas lágrimas no sé si convencieron a alguien. El
teatro a veces falla.
En qué lío se han metido, en qué agujero la pata, que ahora
se ponen a llorar como Boadbil de Granada.
El derecho a decidir, pilar de la democracia proclaman. Una
vez más vuelven a mentir porque en la
democracia uno no vale por mil.
Pero sigamos el juego. Yo, en eso, estoy de acuerdo. Pero
quiero que me pregunten ¿qué hacemos con “los
del tres por ciento”?
Con las ratas de altos vuelos y con las de alcantarillas, que
en España hay unos cientos y crecen que maravillan.
Para defender a Cataluña se envuelven en su bandera, se
colocan su mochila y cruzan la frontera.
¿A dónde irán? No lo sé, a la vendimia no creo, ni a trabajar
a Alemania. Allí, si acaso, van a contar más historietas que siempre habrá algún
cándido que se las crea o que le interese creérselas.
Se fabrican sus monedas, en China parece ser, y se montan la
ficción de hacer una consulta o un teatrillo de calle. Será para demostrar que
cumplen lo que prometieron hasta el último detalle.
Qué interés en cumplir una única promesa. ¡Si llevan tantas
incumplidas que si las hiciéramos gavillas ni en la Sagrada Familia habría
sitio para ponerlas!
“España nos roba”. Ese es su grito de guerra. ¿Desde cuándo, por favor? que si
repasamos la Historia puede surgir la sorpresa y aparezca sobre la mesa que el
robado era el ladrón.
Cómo se puede confiar en que quien traiciona una vez, no nos
vuelva a traicionar.
Que no olvide esa tropa que España no tiene fecha de caducidad, por más que se empeñe Más y
quien quiera empeñarse.
Que no van a darle la puntilla un domingo por la tarde en la
plaza de Barcelona ni en la de ninguna parte.
Que no se os olvide amigos, que España no se hace pedazos, ni
por cuartos, ni por parcelas, ni por hacer operetas, ni por montar un teatro.
Tan solo hay un camino, la
Constitución es su nombre, y si queréis hacer las maletas tendremos que
cambiarle a la Constitución la letra. Esa es la democracia, no la que vosotros cambiáis
cuando os interesa y como os da la gana.