La afición llenó el estadio y recibió al equipo con un
mosaico de franjas verdes y blancas. Un ambiente emocionante y en el aire las
voces de miles de gargantas cantando el himno.
El Betis en vez de llegar en el minuto 60 (como en Granada),
lo que hizo fue irse en el 45, es decir, al descanso. Por lo visto, jugadores y
entrenador, satisfechos con el juego
realizado en el primer tiempo, con motivos, decidieron no jugar la segunda
parte. Me imagino que estarían pensando en el partido del martes contra el
Málaga.
El Betis se había adelantado con un gol en el saque de una
falta que ejecutó Durmisi con un disparo que pasó entre la barrera y se alojó
en la meta sevillista.
Victor tardó en darse cuenta de que el Sevilla había cambiado
su planteamiento en la segunda parte y también de que el centro del campo lo había
perdido. Realizó sus cambios tarde.
Los goles del Sevilla llegaron a balón parado y casi de la
misma forma: saque de falta, defensa adelantada dejando detrás la distancia
justa para que un balón, colocado entre el portero y la línea que forman los
defensores y atacantes, pudiera ser rematado hacia la portería. No era la
primera vez que el Betis encajaba un gol en ese tipo de faltas. El sábado
además fueron dos, aunque el segundo en claro fuera de juego. A trabajar Víctor.
La afición se mereció más entrega y más lucha por parte del
equipo.
El martes tienen la oportunidad de demostrar que son capaces
de volver a jugar como lo hicieron frente al Barcelona.
¡Gloria al Betis!