Nuestros políticos no son corruptos. Este
es un término poco elegante, malsonante y hasta ofensivo. No me extrañaría que,
cualquier día, la Academia lo suprima del Diccionario por estar en desuso, como
debe ser.
Nuestros políticos son simplemente distraídos,
que es muy distinto. Sí, ya sé… generalizar no es justo, sobre todo si son “cualidades”
humanas. Aunque ellos son muy aficionados a la generalización a la hora de
ofender.
En fin… sigamos. Para no ser injusto, ni
como ellos, diré “algunos de nuestros políticos son muy distraídos”. Por
ejemplo, están los que confunden sus cuentas con las cuentas públicas,
distracción imperdonable pero que no suele tener consecuencias ni desde el
punto de vista judicial ni desde el punto de vista electoral. Lo primero es
grave, pero no está en nuestra mano, pero lo último es muy grave y está en
nuestra mano solucionarlo, no en la mía ni en la tuya, en la de todos.
Otros son distraídos porque aprueban
presupuestos para mejorar sus cuentas sin caer en el pequeño detalle de que los
ingresos son inferiores a los gastos aprobados y que las cuentas que tienen que
mejorar son las públicas. Las cuentas públicas no importan.
Otros, no son distraídos, juegan a
distraer, que es distinto. Se puede distraer de muchas formas. Una
especialmente interesante consiste en realizar una confesión. Confesión sin
penitencia evidentemente. Lo realmente interesante es que la confesión, en
realidad no es una confesión, es una amenaza. No es que la confesión consista
en poner una cabeza de caballo en la cama de alguien, no, es más bien, advertir
que está dispuesto a poner a los pies de los caballos a quien sea necesario.
Otros, no son distraídos por un interés
concreto, son distraídos en general. Son distraídos sin interés aparente, por
ejemplo borran la memoria de un disco duro, hacen apuntes contables que ni
ellos mismos recuerdan haber hecho, o reparten sobres sin recibos, o reciben en
sobres etc.
Otros, son distraídos, tan distraídos que
recién terminada la campaña electoral no recuerdan ni que hubo campaña, iban
tan distraídos… En definitiva, se distrajeron y olvidaron hacer el programa. Porque
llamar programa al listado de intenciones, que anuncian en sus páginas Web,
exige una voluntad férrea por parte de sus escasos lectores para leerlos.
Por último, tenemos los distraídos miopes.
Estos son hasta peligrosos. Colocan un aeropuerto donde cualquier español que
ha realizado sus estudios básicos, elementales o como ahora se llamen sabe, sin
necesidad de ningún asesor experto, que no es necesario.
¿Están los distraídos distrayendo? Puede
que sí, puede que no. A gusto del consumidor.
Ahora, un ejemplo que demuestra que lo
dicho hasta aquí no es dudoso.
Desde que nos levantamos hasta que nos
acostamos, la prensa, los medios de comunicación (todos muy independientes), se
dedican a contarnos, a informarnos dónde se encuentra el Sr. Más con su hoja de
ruta, QUE NO SABEMOS A DÓNDE LE VA A LLEVAR. El Sr. Más, fue Consejero
del Muy Honorable Sr. Pujol y ¿Cómo estaba el Sr. Más?. En esos momentos, distraído.
Bueno, olvidaba que hay algo común a todos
ellos, a los políticos quiero decir. Se dedican a la política para servir
desinteresadamente a sus ciudadanos, a
su Nación y no para servirse de ellos y ella. Pero ojo que, puedo estar
equivocado.
Mientras termino de escribir estas líneas el
Sr. Gallardón, Ministro de Justicia, ha dimitido. ¡Felicidades D. Alberto!,
muchos españoles le agradecemos que abandone la política y se dedique a otra
actividad más productiva, para nuestra maltratada España.
Un español distraído.
Esperemos que ahora los ciudadanos nos nos distraigamos y votemos a quien se han distraído anteriormente de la corupción. Un abrazo
ResponderEliminarEsperemos. Un abrazo María del Carmen y gracias por venir.
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