Hoy en mi azucarillo. La bandera.

El día amaneció con un cielo gris y temperatura agradable. Me dirigía a la cafetería contento, tal vez, porque no había ojeado el periódico.

Juanma estaba sentado en la terraza con esa media sonrisa de misteriosa satisfacción. Antes de sentarme, mi compañero ya me había puesto delante un periódico señalándome lo que tenía que leer.

-¿Lo de siempre? Me preguntó encaminándose  a la cafetería.

-Sí. Juanma se fue tan rápido que no sé si oyó el sí.

-¿Qué te parece? Dijo de vuelta a la mesa.

-No estoy seguro, pero parece que Alonso va a Maclaren. Dije, para que Juanma soltara un taco, que  lógicamente soltó.

-¡Coño José! ¿Has mirado los deportes? Y querían quitar la “Ñ”.

-No, era una broma.

-¿Te acuerdas de lo qué te comenté de Podemos?

-No.

En ese momento el camarero dejaba nuestras tazas sobre la mesa.

-No te acuerdas, te dije que solo era cuestión de tiempo para que aparecieran en Podemos pruebas de que son como los demás, “CASTA”. Ahí tienes al amigo Errejón con dos sueldos, que sepamos…

-Le das demasiada importancia al Sr. Errejón y al Sr. Iglesias. Todo el mundo sabe cómo funciona la política hoy en día. Hasta ahora no han ganado nada. ¡Anda, coge un azucarillo!

Juanma arqueando las cejas cogió un azucarillo y muy serio leyó:

“Cuanto menos aporta un político, más ama a la bandera.”

Frank McKinney (1868-1930).

-No sabía yo que el Sr. McKinney conocía al Sr. Pujol. Agregó Juanma imitándome.

-Yo creo… (Juanma me interrumpió).

-¡Eh! Espera, ahora vas a decir “El Sr. McKinney no conocía, para su suerte, al Sr. Pujol. Lo que conocía era el alma humana.”

-Exacto Juanma y además quiero matizar que es un amor fingido, falso.