Juanma sentado en la terraza con sus piernas cruzadas y sin
resto de catarro, sonriente y contento, me saludo:
-Buenos días compañero ¿Lo de siempre?
-Sí ¿Para qué cambiar?
El camarero se adelantó a los dos. Como siempre amable y
eficaz, después de saludarnos dejó nuestros cafés en la mesa. Desapareciendo
con la misma rapidez que apareció.
¿Qué dice tú azucarillo? Lee.
“El secreto de la
felicidad no es hacer siempre lo que se quiere sino querer siempre lo que se
hace”. Tolstoi.
-Tiene razón este buen hombre ¿Tú qué opinas?
-Que quieres pasar a tu libro, que no estás hoy por el
azucarillo.
-Tienes razón ¿Lo has leído? ¿Has llegado a las páginas que
te señalé?
-No lo he terminado de leer, pero sí he llegado a la primera
página que señalaste.
-Léela como si fuera un azucarillo.
-Si es tu deseo… Me imagino que te refieres al párrafo en el
que el presidente de los EEUU, un tal Monroe y estando el Gobierno muy
preocupado por la situación del país, se dirige al Congreso con las siguientes
palabras y ahora leo:
(…) “Es imposible presenciar un espectáculo tan
satisfactorio, tan glorioso, sin sentirse embargado por el más profundo y
agradecido reconocimiento al Supremo Hacedor de Todo lo Bueno, por tan pródigos
e inestimables dones”. “El dinero.” De John K. Galbraith
-Ahí está. Más literario, pero como nuestro Zapatero y su
banda ¿No crees?
-Sí. El presidente Monroe casi 200 años antes ya había
superado a Zapatero.
-Siempre habrá Monroes y Zapateros.
-¿Quieres decir que siempre nos engañarán?
-¡Siempre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario